MARX, ENGELS, LENIN, STALIN Y MAO

MARX, ENGELS, LENIN, STALIN Y MAO

domingo, 7 de octubre de 2012

Entrevista a Stalin


Realizada por el escritor inglés H.G. Wells.


Wells: Le estoy muy agradecido, Sr. Stalin, por darme la oportunidad de conversar con Ud. Hace poco estuve en los Estados Unidos. Tuve una larga entrevista con el presidente Roosevelt, y en ella traté de averiguar, por cuáles ideas se deja guiar él. Ahora vengo con Ud. para preguntarle, qué hace para cambiar el mundo.

Stalin: No tanto.

Wells: Viajo por el mundo como hombre sencillo, y como hombre sencillo observo lo que sucede a mi alrededor.

Stalin: Hombres de la vida pública de su importancia, no son “gente sencilla”. Naturalmente, sólo la historia pronuncia el juicio definitivo acerca de la importancia que tal o cual hombre haya tenido efectivamente; pero en todo caso, Ud. no contempla el mundo con los ojos del “hombre sencillo”.

Wells: No finjo modestia. Lo que quiero decir es, que trato de ver el mundo con los ojos del hombre sencillo, y no con los de un político de partido o de un alto funcionario de administración. Mi visita a los Estado Unidos me ha dado más de un estímulo para nuevas reflexiones. El viejo mundo financiero allí se está derrumbando; la vida económica del país va siendo reorganizada según nuevos principios. Lenin dijo: “Debemos aprender a manejar nuestros asuntos, debemos aprender de los capitalistas”. Hoy, los capitalistas deben aprender de ustedes, y asimilar el espíritu del socialismo. Me parece, que los Estados Unidos se encuentran en un profundo proceso de reorganización, está naciendo una economía planificada, una economía socialista. Ud. y Roosevelt parten de posiciones diferentes. ¿Pero acaso no existen, a pesar de eso, puntos de contacto entre lo que se piensa en Washington y lo que se piensa en Moscú? ¿No existe un cierto parentesco entre las respectivas ideas y necesidades? Las mismas cosas me llamaron la atención en Washington como ahora aquí: se constituyen oficinas, se crea una serie de nuevos órganos reguladores del Estado, se organiza el servicio estatal que hace tiempo hacía falta. Lo que se necesita allí como aquí es la posibilidad de intervenir con medidas directivas.

Stalin: Los Estados Unidos persiguen un fin diferente al nuestro en la URSS. El fin que persiguen los Estados Unidos se ha dado como resultado de los problemas económicos, de la crisis económica. Los americanos quieren encontrar una salida a la crisis, con medidas del capitalismo privado, sin cambiar la base económica. Intentan limitar a un mínimo el daño, las pérdidas que resultan del sistema económico actual. Con nosotros, en cambio, la vieja base económica ha sido, como Ud. sabe, destruida, y en su lugar fue creada una base económica nueva, completamente diferente. Aunque los americanos, a los que alude, alcanzaran su meta en parte, es decir, si lograsen limitar las pérdidas a un mínimo, no eliminarían las raíces de la anarquía inherente al sistema capitalista. Protegen el sistema económico que origina, forzosa e inevitablemente, anarquía de la producción. Para ellos no se trata, por lo tanto, de una reorganización de la sociedad, de abolir el viejo sistema social, del cual nacen la anarquía y las crisis, sino, a lo sumo, de restringir determinadas desventajas, de restringir determinados abusos. Subjetivamente, los americanos tal vez tengan la opinión de estar reorganizando la sociedad; pero objetivamente protegen la base actual de la sociedad. Por eso, objetivamente no habrá ninguna reorganización de la sociedad. Y tampoco una economía planificada. ¿Qué es la economía planificada? ¡Veamos algunas de sus cualidades! La economía planificada tiene como meta abolir la desocupación. Supongamos, que manteniendo el sistema capitalista, fuese posible limitar la desocupación a un cierto mínimo. Con seguridad, ningún capitalista aprobaría la eliminación total de la desocupación, la abolición del ejército de reserva de desocupados que está destinado a ejercer presión sobre el mercado de trabajo, y constituye una garantía de mano de obra barata. Ahí tiene Ud. una de las contradicciones de la “economía planificada” de la sociedad burguesa. ¡Sigamos! Economía planificada significa, impulsar la producción en aquellas ramas industriales, cuyos bienes son de especial importancia para la masa del pueblo. Pero Ud. sabe que, en el capitalismo, la ampliación de la producción se lleva a cabo de acuerdo a reglas totalmente diferentes, que el capital afluye a aquellos sectores económicos, en los que el pago de utilidades sea mayor. Nunca podrá Ud. inducir a un capitalista a que se inflinja pérdidas a sí mismo, y a que se contente con un pago de utilidades más bajo, para satisfacer las necesidades del pueblo. Sin que desaparezcan los capitalistas, sin que sea abolido el principio de la propiedad privada de los medios de producción, es imposible edificar una economía planificada.

Wells: Estoy de acuerdo con Ud. en muchos sentidos. Pero quisiera realzar, que, al decidirse un país entero por el principio de la economía planificada, al comenzar el gobierno lentamente, paso a paso, a imponer ese principio consecuentemente, al final habrá desaparecido la oligarquía financiera, y se habrá alcanzado el socialismo, en el sentido anglosajón de la palabra. El efecto que parte de las ideas “New-Deal” de Roosevelt es extraordinariamente fuerte para mí, esas ideas son socialistas. Me parece que en vez de acentuar el contraste entre ambos mundos, deberíamos aspirar a encontrar un lenguaje común para todas las fuerzas constructivas.

Stalin: Al hablar de la imposibilidad de realizar los principios de la economía planificada, manteniendo al mismo tiempo la base económica del capitalismo, no quiero, en lo más mínimo, rebajas las excepcionales facultades personales de Roosevelt, su iniciativa, su valor y su fuerza de decisión. Indudablemente, Roosevelt es, entre todos los líderes del mundo capitalista de hoy, uno de los personajes más vigorosos y sobresalientes. Por eso quisiera volver a acentuar una vez más, que mi convicción acerca de la imposibilidad de la economía planificada bajo condiciones capitalistas no significa que ponga en duda las facultades personales, el talento y el valor del presidente Roosevelt. Pero si las circunstancias no lo permiten, el líder más dotado de clarividencia no puede alcanzar el objetivo del cual Ud. habla. En un sentido puramente teórico, por supuesto no queda excluida la posibilidad de acercarse, bajo las condiciones del capitalismo, paulatina y gradualmente a la meta que Ud. llama “socialismo en el sentido anglosajón de la palabra”. Pero ¿qué clase de socialismo será ese? A lo sumo refrenaría a los representantes individuales más desvergonzados del capital y aplicaría el principio de la intervención en la economía nacional en un campo algo más amplio. Todo muy bien. Pero tan pronto Roosevelt o cualquier otro líder del mundo burgués de hoy, quiera is más allá, y quiera seriamente atacar las bases del capitalismo, irremediablemente sufrirá un fracaso rotundo. Los bancos, la industria, las grandes empresas, las grandes grajas agrícolas no le pertenecen a Roosevelt. Sin excepción son propiedad privada. El ferrocarril, la flota mercante, todo esto está en manos de propietarios privados. Y, finalmente, aún el ejército de obreros calificados, de ingenieros, de técnicos no está bajo el mando de Roosevelt, sino bajo el mando de propietarios privados: toda esta gente, sin excepción, trabaja para propietarios privados. Tampoco nos debemos olvidar de la función del Estado en el mundo burgués. El Estado es una institución que organiza la defensa del país y mantiene el “orden”; es una máquina para la recaudación de impuestos. El Estado capitalista no tiene mucho que ver con la economía en el sentido propio de la palabra; ésta no se encuentra en manos del Estado. Al contrario, el Estado está en manos de la economía capitalista. Justamente por eso, Roosevelt, a pesar de toda su energía, me temo que no logrará el fin señalado por Ud., siempre suponiendo que esté, efectivamente, persiguiendo tal fin. Tal vez sea posible, dentro de algunas generaciones, aproximarse un poco más a esa meta; personalmente, sin embargo, creo que ni siquiera eso es muy probable.

Wells: Quizá esté yo más convencido de una interpretación económica de la política que Ud. Los inventos y la ciencia moderna han producido poderosas fuerzas que impulsan hacia una mejor organización, un mejor funcionamiento de la sociedad, es decir, al socialismo. Organización y regulación de la actividad individual se han convertido, por encima de toda teoría social, en necesidades mecánicas. Si empezamos por el control estatal de los bancos, y, en un segundo paso, ampliamos el control hasta incluir la industria pesada, luego la industria entera, el comercio, etc., entonces este control, que lo abarca todo, equivaldrá a la propiedad estatal de todas las ramas de la economía nacional. Este será el proceso de socialización. Socialismo e individualismo no son contrarios como blanco y negro. Hay muchas gradaciones. Existe un individualismo que raya en el bandolerismo, y existen una disciplina y una organización, que son equivalentes al socialismo. La introducción de la economía planificada depende, en gran parte, de los organizadores de la economía, de la inteligencia técnica bien formada, que poco a poco puede ser ganada para los principios de organización socialista. Esto es lo que importa. Pues organización viene antes que socialismo. Es el factor más importantes. Sin organización, la idea del socialismo queda siendo una simple idea.
Stalin: Entre el individuo y el colectivo, entre los intereses del individuo y los de la comunidad, no existen antagonismos incompatibles, o por lo menos no deberían de existir. No deberían de existir, ya que el colectivismo, el socialismo, no niega los intereses individuales, sino que, al contrario, los une con los intereses del colectivo. El socialismo no puede separarse de los intereses individuales. Sólo la sociedad socialista puede satisfacer al máximo estos intereses personales. Más aún: Sólo la sociedad socialista puede intervenir con decisión a favor de los intereses del individuo. En este sentido, no existen antagonismos incompatibles entre “individualismo” y socialismo. Pero ¿podemos negar los antagonismos entre las clases, entre la clase poseedora, la clase de los capitalistas; y la clase trabajadora, el proletariado? De un lado tenemos la clase poseedora, a la cual le pertenecen los bancos, las fábricas, las minas, los medios de transporte, las plantaciones en las colonias. Esa gente no ve más que su propio interés: quiere lucros. No se somete a la voluntad del colectivo; intenta subordinar todo lo colectivo a su voluntad. Por otro lado, tenemos a la clase de los pobres, la clase explotada, a la cual no le pertenecen ni fábricas, ni empresas, ni bancos, que, para poder vivir, está forzada a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas, y que carece de la posibilidad de satisfacer sus necesidades más elementales. ¿Cómo armonizar intereses y aspiraciones tan contrarios? A mi parecer Roosevelt no logró encontrar el camino hacia la reconciliación de estos intereses. Eso es también imposible, como lo demuestra la experiencia. Por supuesto Ud. conoce la situación en los Estados Unidos mejor que yo, pues nunca he estado allí y me informo acerca de las condiciones americanas, principalmente por medio de la literatura. Pero tengo alguna experiencia en la lucha por el socialismo, y esta experiencia me dice, que Roosevelt, si realmente tratara de servir a los intereses de la clase obrera a costa de la clase capitalista, será substituido, de parte de esa clase capitalista, por otro presidente. Los capitalistas dirán: los presidentes van y vienen, mas nosotros no nos vamos, si tal o cual presidente no representa nuestros intereses, nos buscaremos otros. ¿Qué puede, a fin de cuentas, oponer el presidente a la voluntad de la clase capitalista?

Wells: Me opongo a esa simplificada subdivisión de la humanidad en pobres y ricos. Desde luego que existe una categoría de gente, que sólo persigue afanosamente el lucro propio. Pero ¿acaso no se le ve a esta gente como a una plaga, en el oeste tanto como aquí? ¿No existe mucha gente en el oeste, para la cual el beneficio no es ninguna meta en sí, que dispone de ciertos medios financieros, que quiere invertir y costear el sustento de estas inversiones, sin que vean en esto su meta principal? Ven en las inversiones una necesidad desagradable. ¿Acaso no existen muchos ingenieros capaces, que cumplen con su deber, organizadores de la economía, que encuentran el acicate para su actividad en otra cosa que no sea el lucro? A mi parecer existe una clase numéricamente fuerte de gente capacitada, que admite que el sistema actual es insatisfactorio, y que jugará un papel importante aún en la sociedad capitalista del futuro. Durante los últimos años he pugnado mucho, he pensado mucho acerca de la necesidad de hacer propaganda por el socialismo y el cosmopolitismo en amplios círculos de los ingenieros, los pilotos, los empleados técnico-militares. Carece de sentido querer acercarse a esos círculos con una propaganda de una simple lucha de clases. Esa gente comprende, en qué estado se encuentra el mundo. Comprende que es un maldito caos, pero el simple antagonismo de la lucha de clases de Ud., lo toma como algo disparatado.

Stalin: Ud. se contrapone a la subdivisión simplificada de la humanidad en pobres y ricos. Naturalmente, existe una capa media; existe la inteligencia técnica a la que se refirió, y existen personas muy buenas y muy honestas en ella. También existen, en ella, personas deshonestas y malas. Generalmente Ud. encuentra aquí todo tipo de gente. Pero antes que nada la humanidad se divide en pobres y ricos, en poseedores y explotados, y apartar la vista de esta división fundamental, significa apartar la vista del hecho fundamental. Yo no niego la existencia de capas medias, intermedias, que se puedan poner del lado de una, o de otra de las dos clases combatientes, o que se mantengan en una posición neutral en esta lucha. Pero repito, apartar la vista de esta división fundamental de la sociedad, o de la lucha fundamental entre las dos clases principales significa cerrar los ojos ante los hechos. Esta lucha se está librando y se seguirá librando. Cómo termine la lucha, depende del proletariado, de la clase obrera.

Wells: Pero ¿no existe mucha gente, que no es pobre, y sin embargo trabaja, trabaja productivamente?

Stalin: Naturalmente que hay pequeños propietarios de tierra, artesanos, pequeños comerciantes; pero el destino de un país no depende de esa gente, sino de las masas trabajadoras que producen todo aquello que la sociedad necesita.

Wells: Pero tendrá que reconocer que existen géneros de capitalistas que difieren mucho entre sí. Hay capitalistas que sólo piensan en el lucro, sólo piensan en hacerse ricos; pero también hay quienes están dispuestos a hacer sacrificios. Tome por ejemplo al viejo Morgan. Sólo pensaba en el lucro; era sencillamente un parásito de la sociedad; sólo acumulaba posesiones. Pero tome a Rockefeller. Era un organizador brillante; ha demostrado de manera ejemplar cómo se debe organizar la explotación del petróleo. O tome a Ford. Desde luego que Ford busca el beneficio propio. ¿Pero no es también un organizador apasionado de la racionalización en la producción, del cual Ud. aprende? Quiero señalar que en los últimos tiempos se ha producido un cambio importante en la actitud de los países de habla inglesa con respecto a la URSS. La causa de esto hay que buscarla en la posición de Japón y en los acontecimientos en Alemania. Pero al lado de eso existen otras razones que no tiene su origen en la política internacional. Existe una causa más profunda, y está, justamente, en que mucha gente se va dando cuenta de que el sistema basado en el lucro privado se está derrumbando. Bajo estas circunstancias me parece que no debemos poner el antagonismo entre ambos mundos en primer plano, sino que nos deberíamos esforzar por unificar todas las corrientes constructivas, todas las fuerzas constructivas, en la medida de lo posible, en una línea. Tengo la impresión, de que mi posición es más izquierdista que la suya, Sr. Stalin, creo que el viejo sistema está más cercano a su fin de lo que Ud. cree.

Stalin: Al hablar de capitalistas, que sólo buscan el lucro, sólo buscan la riqueza, no estoy queriendo decir que esa gente no tenga ningún valor y que no sirva para nada más. Muchos de ellos disponen, sin duda, de grandes capacidades organizativas, que no pretendería negar ni soñando. No es poco lo que los hombres de la Unión Soviética aprendemos de los capitalistas. Y Morgan, al cual caracteriza de modo tan desventajoso, fue indudablemente, un organizador bueno ya capaz. Pero si habla de gente resuelta a crear un mundo nuevo, por cierto que no la encontrará en las filas de aquellos que sirven fielmente a la causa del lucro. Nosotros y ellos estamos en dos polos opuestos. Ud. ha mencionado a Ford. Desde luego que es un organizador capaz de la producción. ¿Pero no conoce su actitud para con la clase obrera? ¿No sabe a cuántos obreros lanza a la calle? El capitalista está encadenado al lucro, y ningún poder del mundo lo puede arrancar de allí. El capitalismo no es eliminado por los organizadores de la producción, por la inteligencia técnica, sino por la clase obrera, porque las capas que mencionamos no tienen un papel autónomo. El ingeniero, el organizador de la producción, no trabaja como él quiere, sino como debe, trabaja de una manera que sirve a los intereses de su patrón. Desde luego que hay excepciones; hay hombres en esa capa que han despertado del delirio capitalista. En determinadas condiciones, la inteligencia técnica puede lograr milagros y prestar grandes servicios a la humanidad. Pero también puede causar grandes daños. No es poca la experiencia que tenemos los hombres de la Unión Soviética con la inteligencia técnica. Después de la Revolución de Octubre, una determinada parte de la inteligencia técnica se negó a colaborar en la construcción de la nueva sociedad; se resistía a este trabajo de construcción y lo saboteaba. Hicimos todo lo que pudimos para integrar a la intelectualidad técnica a este trabajo constructivo; lo intentamos de una manera y de otra. Pasó mucho tiempo antes de que nuestros intelectuales preparados se encontraran dispuestos a apoyar el nuevo sistema activamente. Hoy, lo mejor de esta intelectualidad técnica está en la línea más avanzada de aquellos que construyen la sociedad socialista. Partiendo de estas experiencias, estamos muy lejos de subestimar tanto los buenos como los malos lados de esta intelectualidad; sabemos que, de un lado, puede causa daño, del otro, puede lograr “milagros”. Naturalmente , las cosas serían diferentes, si fuese posible arrancar a la intelectualidad, de un solo golpe, del mundo capitalista. Pero eso es utópico. ¿Hay entre la intelectualidad técnica, muchos que osarían romper con el mundo burgués e intervenir a favor de la edificación de una nueva sociedad? ¿Cree Ud. que haya mucha gente de ese tipo, digamos, en Inglaterra o en Francia? No, son sólo pocos, los que estarían dispuestos a separarse de sus patronos y empezar con la construcción de un nuevo mundo. Además, ¿podemos ignorar el hecho que, para cambiar el mundo, se tiene que estar en posesión del poder político? Me parece, Sr. Wells, que subestima mucho la cuestión del poder político, que esta pregunta, en su concepción, no está considerada en absoluto. ¿Qué puede hacer esa gente, aún con las mejores intenciones del mundo, si no está en condiciones de plantearse la pregunta del poder, y no está, ella misma, en posesión del poder? En el mejor de los casos, puede apoyar a la clase que tome el poder, pero no puede cambiar el mundo por su propia fuerza. Eso sólo lo puede hacer una clase mayoritaria, que se pone en el lugar de la clase capitalista, y se convierte, en vez de ésta, en dirigente. Esta clase, es la clase obrera. Desde luego que hay que aceptar la ayuda de la intelectualidad técnica; y, en sentido inverso, hay que ayudarle a ella. Pero no se debe creer, que la intelectualidad técnica fuese capaz de jugar un papel histórico autónomo. La transformación del mundo es un proceso grande, complicado y penoso. Esta gran tarea exige una gran clase. Sólo grandes barcos emprenden largos viajes.

Wells: Sí, pero para emprender un viaje largo, se necesita un capitán y un timonel.

Stalin: Eso es correcto, pero lo primero que se necesita para un viaje largo, es un barco grande. ¿Qué es un timonel sin barco? Nada.

Wells: El barco grande es la humanidad, no una clase.

Stalin: Ud., Sr. Wells, por lo visto parte de la suposición, de que todos los hombres son buenos. Yo, mientras tanto, no olvido que también existen muchos hombres malos. No creo en la virtud de la burguesía.

Wells: Recuerdo la situación de la intelectualidad hace algunas décadas. En aquel entonces, la intelectualidad técnica era numéricamente pequeña, pero había mucho que hacer, y cada ingeniero tenía, técnica e intelectualmente, su oportunidad. Por eso, la intelectualidad técnica era la clase menos revolucionaria. Hoy, mientras tanto, hay intelectuales técnicos de sobra, y su mentalidad ha cambiado muy marcadamente. El hombre con formación profesional, que antes jamás habría prestado atención a discursos revolucionarios, ahora se interesa mucho por ellos. Recientemente estuve en una cena de la Royal Society, nuestra gran sociedad científica inglesa. El discurso del presidente fue una intervención en defensa de la planificación social y del control científico. Hoy, el hombre que está al frente de la Royal Society, sostiene ideas revolucionarias e insiste en una reorganización científica de la sociedad humana. Su propaganda de guerra de clases no ha podido adaptarse al paso de este desarrollo. El pensar humano cambia.

Stalin: Ya lo sé, sí, y la explicación de esto hay que buscarla en el hecho de encontrarse la sociedad capitalista en una callejón sin salida. Los capitalistas buscan un camino que los conduzca fuera de este callejón sin salida, que sea compatible con el prestigio de esta clase, con los intereses de esta clase, pero no lo encuentran. Podrán salirse un corto trecho fuera de la crisis, gateando con pies y manos en el suelo, pero no pueden encontrar un camino que les posibilite salir con la cabeza erguida, un camino que no atentara fundamentalmente contra los intereses del capitalismo. Esto se comprende, naturalmente, en amplios círculos de la intelectualidad técnica. Una gran parte de esos hombres empieza a comprender la comunidad de intereses con la clase que es capaz de mostrar una escapatoria al callejón sin salida.

Wells: Si hay alguien que entienda algo de la revolución, del lado práctico de la revolución, es Ud., Sr. Stalin. ¿Acaso se han sublevado alguna vez las masas? ¿No es una verdad innegable, que todas las revoluciones son hechas por una minoría?

Stalin: Para hacer una revolución, es menester una minoría revolucionaria dirigente; pero la minoría más capacitada, más abnegada, y más enérgica, quedaría desvalida, si no pudiese basarse en el apoyo, por lo menos pasivo, de millones.

Wells: ¿Por lo menos pasivo? ¿Tal vez subconsciente?

Stalin: En parte también el apoyo semiinstintivo, y semiconsciente, pero sin el apoyo de millones aún la mejor minoría sería impotente.

Wells: Al observar la propaganda comunista en el oeste, tengo la impresión, que esa propaganda, en vista de la situación actual, suena muy atrasada, pues es propaganda para la insurrección. Propaganda a favor del derrocamiento del sistema social por la violencia, fue buena y justa, cuando iba dirigida contra una tiranía. Pero en las condiciones actuales, derrumbándose solo el sistema de todos modos, se debería de atribuir importancia al rendimiento, a la eficacia, a la productividad, y no a la sublevación. Yo encuentro, que el tono de sublevación es un tono falso. La propaganda comunista en el oeste es una contrariedad para los hombres de mentalidad constructiva.

Stalin: Naturalmente, el viejo sistema se derrumba y se pudre. Correcto. Pero también es correcto, que se están haciendo nuevos esfuerzos, para, con otros métodos, con todos los medios, proteger este sistema moribundo, y salvarlo. Ud. saca una conclusión errónea de una premisa correcta. Con razón afirma, que el viejo mundo se derrumba. Pero se equivoca, si cree, que se derrumba por sí solo. No, la sustitución de un sistema social por otro es un proceso revolucionario, largo y penoso. No es un proceso espontáneo simplemente, sino una lucha: es un proceso que se lleva a cabo en el choque de las clases. El capitalismo se pudre, pero no se le puede comparar sencillamente con un árbol, que esté tan corrompido, que tiene que caer a tierra por sí solo. No, la revolución, el relevo de un sistema por otro, ha sido siempre una lucha, una lucha penosa y cruel, una lucha de vida o muerte. Y cada vez que los hombres del mundo nuevo llegaron al poder, tuvieron que defenderse de los intentos del mundo viejo de restaurar el viejo orden por la violencia; estos hombres del mundo nuevo siempre han tenido que estar en guardia, siempre dispuestos a rechazar los ataques del mundo viejo al nuevo sistema. Sí, tiene razón al decir que se derrumba el viejo sistema social; pero no se derrumba por sí mismo. Tome por ejemplo el fascismo. El fascismo es una fuerza reaccionaria que, utilizando la violencia, intenta conservar el viejo mundo. ¿Qué quiere hacer con los fascistas? ¿Discutir con ellos? ¿Tratar de convencerlos? Pero así, con ellos, no se logra ni lo más mínimo. Los comunistas no glorifican, de ninguna manera, la aplicación de la violencia. Pero ellos, los comunistas, no tienen la intención de dejarse sorprender, no se pueden fiar de que el viejo mundo se saldrá del escenario voluntariamente, ven, que el viejo sistema se defiende por la violencia y, por eso mismo, los comunistas le dicen a la clase obrera: ¡Contestad a la violencia con la violencia, haced todo lo que esté en vuestras fuerzas para impedir que os aplaste el viejo orden moribundo, no dejéis que os aten las manos, aquellas manos, con las que derribaréis el viejo sistema! Ud. ve, por lo tanto, que los comunistas no consideran la sustitución de un sistema social por otro simplemente como un proceso espontáneo y pacífico, sino como un proceso complicado, largo y violento. Los comunistas no pueden cerrar los ojos ante los hechos.
Wells: Pero mire lo que está sucediendo en el mundo capitalista. Esto no es, simplemente, un colapso, es un estallido de violencia reaccionaria, que termina en el bandolerismo. Y a mi parecer, los socialistas pueden, cuando se da un conflicto con la violencia reaccionaria e inepta, acudir a la ley, y en vez de considerar a la policía como su enemigo, deberían apoyarla en su lucha contra los reaccionarios. Creo que carece de sentido operar con los métodos del viejo y rígido socialismo de insurrecciones.

Stalin: Los comunistas se basan en ricas experiencias históricas; esas experiencias enseñan, que una clase agotada no abandona el escenario voluntariamente. Piense en la historia de Inglaterra en el siglo XVII. ¿No decían en aquel entonces muchos que el viejo sistema social estaba podrido? Pero, a pesar de ello, ¿no fue necesario un Cromwell para anonadarlo por la fuerza?

Wells: Cromwell operaba sobre la base de la constitución, y en nombre del orden constitucional.

Stalin: ¡En nombre de la constitución ejerció violencia, hizo ejecutar al rey, disolvió y esparció el parlamento, hizo encarcelar o decapitar gente! O tome un ejemplo de la historia de mi país. ¿No estaba claro hace mucho, que se pudría, se desplomaba el sistema zarista? Pero ¿cuánta sangre tuvo que ser derramada aún, para abatirlo? ¿Y la Revolución de Octubre? ¿No hubo muchos que veían con toda claridad, que solamente nosotros, los bolcheviques, señalábamos una salida? ¿No estaba claro que el capitalismo ruso estaba podrido? Pero Ud. sabe cuán fuerte fue la resistencia, cuánta sangre tuvo que ser derramada para defender la Revolución de Octubre contra todos sus enemigos, en el interior y en el extranjero. O tome a Francia a finales del siglo XVIII. Mucho tiempo antes de 1789 ya estaba claro, cuán podrido estaba el poder del rey, cuán podrido estaba el sistema feudal. Sin embargo, aquello no pudo llevarse a cabo sin un levantamiento popular, un choque de las clases. ¿Por qué? Porque aquellas clases que tienen que abandonar el escenario de la historia, son las últimas en creer que su juego se ha acabado. Es imposible convencerlas de ello. Creen, que las grietas en la putrefacta estructura del viejo orden podrían ser remendadas, que la estructura tambaleante del viejo orden podría ser arreglada y salvada. Por eso mismo, las clases que están hundiéndose, acuden a las armas y se valen de cualquier medio, para mantenerse como clase dominante.

Wells: ¿Pero acaso la Gran Revolución francesa no fue encabezada por algunos abogados?

Stalin: Estoy lejos de querer menoscabar el papel de la inteligencia en movimientos revolucionarios: Pero ¿fue la Gran Revolución francesa una revolución de abogados, o una revolución del pueblo, que logró la victoria movilizando a amplias masas populares para la lucha contra el feudalismo, y defendiendo los intereses del Tercer Estado? ¿Y actuaron los abogados entre los dirigentes de la Gran Revolución francesa de acuerdo a las leyes del viejo orden? ¿No introdujeron un derecho nuevo, burgués-revolucionario? Ricas experiencias históricas enseñan que hasta hoy ninguna clase se ha retirado para hacerle lugar a otra voluntariamente. Esto, en la historia no tiene precedente. Los comunistas han aprendido esta lección histórica. Los comunistas celebrarían que la burguesía se retirase voluntariamente. Pero tal giro de las cosas es, como sabemos por experiencia, improbable. Por eso, los comunistas están prevenidos para lo peor, y se dirigen a la clase obrera con el llamamiento de estar alerta y preparada para la lucha. ¿De qué vale un dirigente que adormece la vigilancia de su ejército, un dirigente que no comprende que el enemigo no va a capitular, que tiene, que tiene que ser destruido? Quien, como dirigente, actúa de tal manera, engaña, traiciona a la clase obrera. Esta es la razón por la cual opino, que aquello que a Ud. la parece atrasado, para la clase obrera es, en realidad, una norma para la actividad revolucionaria.

Wells: No niego que sea necesario hacer uso de la violencia, pero sí es mi opinión, que las formas de lucha deberían ser concertadas como mejor se pueda, con las posibilidades que ofrecen las leyes existentes dignas de ser defendidas contra ataques reaccionarios. No hay ninguna necesidad de desorganizar el sistema viejo, ya que éste, tal como están las cosas, se va desorganizando por sí solo. Por eso, la sublevación contra el orden viejo, contra la ley, me parece anticuada y superada por el desarrollo. Estoy, dicho sea de paso, exagerando conscientemente, para que la verdad se haga visible de modo más claro. Puedo formular mi punto de vista de la siguiente manera: primero, estoy a favor del orden; segundo, ataco al sistema existente en tanto que no puede garantizar el orden; tercero, temo que la propaganda a favor de la guerra de clases vaya a alejar del socialismo justamente a aquellas personas cultas, que el socialismo necesita.

Stalin: Si se quiere lograr un gran objetivo, un objetivo social importante, se precisa una fuerza central, un baluarte, una clase revolucionaria. Como próximo paso, es necesario organizar el apoyo de esta fuerza central por parte de fuerzas auxiliares; en este caso, dicha fuerza auxiliar es el Partido, al cual están afiliadas también las mejores fuerzas de la inteligencia. Ud. acaba de hablar de “personas cultas”. Pero ¿en qué personas cultas pensaba? En Inglaterra durante el siglo XVII, en Francia a fines del siglo XVIII, y en Rusia durante la época de la Revolución de Octubre, ¿no estaban muchas personas del lado del viejo orden? El viejo orden tenía a su servicio a muchas personas sumamente cultas, que defendían el viejo orden, que combatían el nuevo orden. La cultura es un arma, cuyo efecto depende de qué mano la haya forjado, qué mano la dirija. Por supuesto, el proletariado necesita personas sumamente cultas. Ciertamente; los ingenuos no pueden ser de ninguna ayuda para el proletariado en su lucha por el socialismo, en la edificación de una nueva sociedad. No subestimo el rol de la inteligencia; al contrario, lo subrayo. Pero la pregunta es la siguiente: ¿de qué inteligencia estamos hablando? Porque hay diferentes tipos de inteligencia.

Wells: No puede haber revolución sin cambios radicales en la instrucción pública. Basta citar dos ejemplos: el ejemplo de la República alemana, que no tocó el viejo sistema educacional, y que por eso nunca se convirtió en República; y el ejemplo del Labour Party inglés, que no tiene la intención de insistir en una transformación radical de la instrucción pública.

Stalin: Muy acertado. Permítame ahora responder a sus tres puntos. Primero: Lo más importante para la revolución es la existencia de un baluarte social. Tal baluarte social es la clase obrera. Segundo: se precisa de una fuerza auxiliar, aquello, que los comunistas llaman Partido. Al Partido está afiliada la inteligencia obrera, y aquellos elementos de la inteligencia técnica que están estrechamente ligados a la clase obrera. La inteligencia se fuerte solamente, si se une con la clase obrera. Si se contrapone a la clase obrera, se convierte en una simple cifra. El nuevo poder político crea las nuevas leyes, el nuevo orden, el cual es un orden revolucionario. Yo no estoy a favor del orden sin más ni más. Yo estoy a favor de un orden que corresponda a los intereses de la clase obrera. Por supuesto, si algunas leyes del viejo orden pueden ser utilizadas en interés de la lucha por un orden nuevo, esto debería de hacerse. No tengo objeciones contra su postulación de que el sistema actual debería ser atacado, en tanto que no puede garantizar el orden necesario para el pueblo. Y, finalmente, está equivocado si cree que los comunistas están enamorados de la violencia. Con todo gusto renunciarían a la aplicación de violencia, si la clase dominante estuviera dispuesta a cederle su lugar a la clase obrera. Pero la experiencia histórica indica lo contrario de tal suposición.

Wells: Aunque también es cierto, que la historia de Inglaterra conoce un caso, en que una clase le dejara el poder a otra clase voluntariamente. En el periodo entre 1830 y 1870, la aristocracia, que en las postrimerías del siglo XVIII tuvo aún una influencia considerable, voluntariamente, sin lucha seria, le cedió el poder a la burguesía, lo cual fue una de las causas para el sentimental mantenimiento de la monarquía. En lo sucesivo, esta transferencia del poder condujo a que erigiera su dominio la oligarquía financiera.

Stalin: Pero Ud. se ha pasado imperceptiblemente de cuestiones de la revolución a cuestiones de la reforma. Eso no es lo mismo. ¿No opina que el movimiento cartista tuvo gran significado para las reformas en la Inglaterra del siglo XIX?

Wells: Los cartistas poco hicieron, y desaparecieron sin dejar huellas.

Stalin: No comparto su opinión. Los cartistas, y el movimiento huelguístico organizado por ellos, tuvieron un papel importante; obligaron a las clases dominantes a una serie de concesiones con respecto al derecho de sufragio, con respecto a la abolición de los llamados “distritos electorales corrompidos”, con respecto a algunos puntos de la “Carta”. El cartismo jugó un rol histórico de no poca importancia y obligó a una parte de las clases dominantes, a menos que hubiese querido tolerar continuas conmociones, a hacer ciertas concesiones, ciertas reformas. En general cabe decir que las clases dominantes de Inglaterra, la aristocracia tanto como la burguesía, se han mostrado desde el punto de vista de sus intereses de clase, del punto de vista del afianzamiento de su poder, ser las más hábiles, las más flexibles en comparación con todas las otras clases dominantes. Tome, digamos, un ejemplo de la historia de nuestros días -la huelga general en Inglaterra, en el año 1926. En caso de semejante acontecimiento, a saber, que el Consejo general de los sindicatos dé la orden de huelga, cualquier otra burguesía hubiese, en primer lugar, hecho detener a los dirigentes sindicales. No así la burguesía británica, que con ello actuó de manera absolutamente inteligente, desde el punto de vista de sus propios intereses. No me imagino que la burguesía de los Estados Unidos, de Alemania o de Francia hubiese aplicado una estrategia tan flexible. Para mantener su dominio, las clases dominantes de Gran Bretaña no han rehusado nunca hacer pequeñas concesiones, o reformas. Pero sería un error tomar estas reformas por revolucionarias.

Wells: Ud. Tiene una opinión más favorable de las clases dominantes de mi país que yo. Pero ¿existe gran diferencia entre una pequeña revolución y una gran reforma? ¿Acaso una reforma no es una pequeña revolución?

Stalin: A consecuencia de la presión desde abajo, de la presión de las masas, la burguesía puede, manteniendo el sistema socio-económico reinante, ocasionalmente conceder determinadas reformas parciales. Al actuar así, calcula que esas concesiones son necesarias para mantener su dominio de clase. Es pues, por este motivo, imposible caracterizar una reforma como revolución. Por ello, no hemos de esperar ningún cambio del sistema social que se realice como imperceptible transición de un sistema a otro, por vía de reformas, a través de concesiones de la clase dominante.

Wells: Le agradezco mucho por esta conversación, que para mí ha tenido una gran importancia. Cuando me estuvo explicando diversos puntos, posiblemente haya recordado el pasado, cuando en los círculos ilegales antes de la revolución, solía explicar los fundamentos del socialismo. Hay actualmente sólo dos personas sobre la tierra, cuya opinión, cuya más mínima declaración es escuchada todavía por millones -de Ud. y Roosevelt. Otros, que prediquen cuanto quieran; lo que digan no será impreso ni tenido en cuenta. Aún no puedo apreciar, cuánto ha sido logrado en su país. Pero he visto ya las caras contentar de hombres y mujeres sanos, y sé, que algo muy significativo se está realizando aquí. La diferencia, en comparación con 1920, es asombrosa.

Stalin: Mucho más se hubiera podido conseguir, si los bolcheviques hubiésemos sido más inteligentes.

Wells: No, si los seres humanos fuésemos más inteligentes. Sería una buena cosa inventar un plan quinquenal para la reconstrucción del cerebro humano, pues obviamente le faltan muchas cosas imprescindibles para un orden social perfecto.

Stalin: ¿Piensa quedarse aquí para el Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos?

Wells: Desafortunadamente tengo varios compromisos, y me puedo quedar sólo por una semana en la URSS. Vine con el deseo de hablar con Ud. y estoy muy contento con nuestra charla. Pero, con los escritores, con los que pueda encontrarme, pienso hablar de la posibilidad de sus afiliación al PEN-Club. Es ésta una organización internacional de escritores, que fue fundada por Galsworthy; después de morir él, yo me convertí en su presidente. La organización es aún débil, pero tiene grupos de afiliados en muchos países, y, lo cual es aún más importante, la prensa informa muy detalladamente acerca de los discursos de sus miembros. Su principio es la libre manifestación de opiniones -también de opiniones contrarias. Espero poder discutir este punto con Gorki. No sé, si aquí ya se está preparado para tanta libertad…

Stalin: Los bolcheviques llamamos a eso “autocrítica”. Se acostumbra en toda la URSS. Si Ud. deseara alguna cosa, yo le podría ayudar con voluntarios.

Wells: Le estoy muy agradecido.

Stalin: Yo le agradezco por la entrevista.

Bolchevik, número 17, 1934

sábado, 22 de septiembre de 2012

LECCIONES HISTÓRICAS DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO


Documento del PCCH dirigido por Mao

Por la Redacción del Renmin Ribao  y la Redacción de la revista Hongqi
(14 de julio de 1964)

LECCIONES HISTÓRICAS DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO

El revisionismo de Jruschov ha causado graves daños al movimiento comunista internacional; al mismo tiempo, sirviendo de ejemplo en el sentido negativo ha educado a los marxistas-leninistas y pueblos revolucionarios del mundo entero.

Si la Gran Revolución de Octubre ha ofrecido la más importante experiencia positiva a los marxistas-leninistas de todos los países y ha abierto el camino a la toma del Poder por el proletariado, el revisionismo de Jruschov a su vez ha dado la más importante experiencia negativa, permitiendo a los marxistas-leninistas del mundo sacar lecciones para prevenir la degeneración del partido proletario y de los Estados socialistas.

En la historia, las revoluciones de todos los países tuvieron sus caídas y recaídas, vueltas y revueltas. Lenin dijo:

“En realidad, ¿puede encontrarse en la historia un solo ejemplo de un modo de producción nuevo que se haya establecido de un golpe, sin una larga serie de fracasos, de equivocaciones, de caídas y recaídas?”1

La historia de la revolución proletaria internacional no ha cumplido todavía un siglo, si se cuenta desde 1871 en que el proletariado de la Comuna de París hizo la primera heroica tentativa de tomar el Poder. Y no ha transcurrido aún medio siglo desde la Revolución de Octubre hasta hoy. La revolución proletaria, que sustituye el capitalismo por el socialismo, la propiedad privada por la social, y que elimina de raíz el sistema de explotación y las clases explotadoras, es la revolución más trascendental en la historia de la humanidad. Es aún más natural que esta revolución que toma el cielo por asalto, pase por graves y enconadas luchas de clases, y aún más inevitable que siga un curso largo y sinuoso, lleno de altibajos.

La historia conoce los casos de la Comuna de París y de la República de los Soviets de Hungría de 1919, casos en que el Poder del proletariado fue derrotado por la represión armada de la burguesía. En nuestros días, ocurrió en 1956 la rebelión contrarrevolucionaria de Hungría y el Poder del proletariado estuvo a punto de caer. La gente percibe con facilidad esta forma de restauración del capitalismo y está relativamente precavida y vigilante ante ella.

Pero hay otra forma de restauración del capitalismo que la gente muy a menudo no percibe con facilidad, no previene ni vigila, y que por lo tanto, entraña un mayor peligro. Se trata del caso en que el país de la dictadura del proletariado, a consecuencia de la degeneración de la dirección del Partido y del Estado, toma el camino revisionista, esto es, el camino de la “evolución pacífica”.

Semejante lección ha sido dada ya hace tiempo por la camarilla revisionista de Tito, que ha hecho degenerar la Yugoslavia socialista en un país capitalista. Sin embargo, la sola lección de Yugoslavia no basta para despertar la plena atención de la gente. Se podría decir que éste quizás fuese un caso fortuito.

Pero ahora, la camarilla revisionista de Jruschov ha usurpado la dirección del Partido y del Estado, y sobre la Unión Soviética, cuna de la Gran Revolución de Octubre, que tiene una historia de varios decenios de construcción del socialismo, se cierne el grave peligro de restauración del capitalismo. Esto da la alarma a todos los países socialistas, incluida China, y a todos los partidos comunistas y obreros, incluido el Partido Comunista de China. Esto inevitablemente despierta poderosamente la atención en la gente y obliga a los marxistas-leninistas y pueblos revolucionarios del mundo entero a pensar con seriedad y a aguzar su vigilancia.

La aparición del revisionismo de Jruschov es una cosa mala, pero, al mismo tiempo, una cosa buena. Siempre que estudien seriamente las lecciones de la “evolución pacífica” que lleva a cabo la camarilla revisionista de Jruschov en la Unión Soviética y adopten medidas apropiadas, los países donde el socialismo ha triunfado y aquellos que emprendan el camino socialista serán capaces no sólo de frustrar los ataques armados de los enemigos, sino también de prevenir la “evolución pacífica”. Y se hará aún más seguro el triunfo de la revolución proletaria mundial.

El Partido Comunista de China tiene ya 43 años de existencia. En su prolongada lucha revolucionaria, nuestro Partido ha combatido tanto los errores del oportunismo de derecha como los errores del oportunismo de “izquierda”, y ha establecido la dirección marxista-leninista del Comité Central del Partido con el camarada Mao Tse-tung a la cabeza. El camarada Mao Tse-tung, combinando estrechamente la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución y construcción de China, ha dirigido al pueblo chino en la conquista de una victoria tras otra. El Comité Central del Partido Comunista de China y el camarada Mao Tse-tung nos han enseñado cómo debemos luchar infatigablemente, en los terrenos teórico, político, organizativo así como en el trabajo concreto, contra el revisionismo a fin de prevenir la restauración del capitalismo. El pueblo chino ha pasado por una larga lucha armada revolucionaria y tiene una gloriosa tradición revolucionaria. El Ejército Popular de Liberación de China está armado con el pensamiento de Mao Tse-tung y mantiene íntimas relaciones con las masas populares. Gran número de los cuadros del Partido Comunista de China ha sido educado y templado en las campañas de rectificación del estilo de trabajo y en la aguda lucha de clases. Estos factores hacen muy difícil la restauración del capitalismo en nuestro país.

Pero, tenemos que ver: ¿es del todo pura nuestra sociedad actual? No, no lo es. Aún existen clases y lucha de clases. Aún prosiguen las actividades de las clases reaccionarias derrocadas que conspiran para restaurar su Poder. Aún se observan actividades especulativas de los nuevos y viejos elementos burgueses, ataques desesperados de los malversadores, desfalcadores y elementos degenerados. También hay casos de degeneración en algunas organizaciones de base. Y lo que es más, los elementos degenerados hacen lo imposible por encontrar protectores y agentes suyos en las organizaciones dirigentes superiores. Frente a estos fenómenos, no debemos relajar ni en lo más mínimo nuestra vigilancia, sino estar siempre alerta.

En los países socialistas, es inevitable la lucha entre los dos caminos: el socialista y el capitalista y la lucha entre las fuerzas capitalistas que procuran su restauración y las fuerzas que se oponen a ella. Pero de ninguna manera es inevitable la restauración del capitalismo en los países socialistas y su degeneración en países capitalistas. Siempre que tengamos una acertada dirección y una correcta comprensión de este problema, persistamos en la línea revolucionaria marxista-leninista, tomemos medidas acertadas y mantengamos una lucha prolongada e incansable, podemos evitar la restauración del capitalismo. La lucha entre los dos caminos: el socialista y el capitalista, puede convertirse en una fuerza motriz del progreso social.

¿Cómo se puede prevenir la restauración del capitalismo? En cuanto a este problema, el camarada Mao Tse-tung ha formulado una serie de teorías y principios políticos al resumir la experiencia práctica de la dictadura del proletariado en China y estudiar la experiencia positiva y negativa de otros países, principalmente de la Unión Soviética, con arreglo a los principios básicos del marxismo-leninismo. Así ha enriquecido y desarrollado la doctrina del marxismo-leninismo sobre la dictadura del proletariado.

El contenido principal de las teorías y principios políticos formulados por el camarada Mao Tse-tung al respecto es el siguiente:

1. Hay que aplicar la ley marxista-leninista de la unidad de los contrarios en el estudio de la sociedad socialista. La ley de la contradicción en las cosas y fenómenos, o sea, la ley de la unidad de los contrarios es la ley fundamental de la dialéctica materialista. Esta ley rige por doquier, tanto en la naturaleza, como en la sociedad humana, como en el pensamiento del hombre. Los contrarios en una contradicción, forman una unidad a la vez que luchan entre sí, lo cual impulsa el movimiento y el cambio de todas las cosas. Ni la sociedad socialista es una excepción. En la sociedad socialista existen dos tipos de contradicciones sociales: contradicciones en el seno del pueblo y contradicciones entre nosotros y el enemigo. Estos dos tipos de contradicciones sociales son de naturaleza absolutamente diferente, y los métodos para resolverlas deben ser diferentes también. Su acertada solución fortalecerá crecientemente la dictadura del proletariado, y consolidará y desarrollará diariamente la sociedad socialista. Muchos reconocen la ley de la unidad de los contrarios, pero no son capaces de aplicarla en el estudio y solución de los problemas de la sociedad socialista. Se niegan a reconocer que en la sociedad socialista existen contradicciones y que en ella no sólo existen contradicciones entre nosotros y el enemigo sino también contradicciones en el seno del pueblo, y no saben distinguir ni resolver de manera acertada estos dos tipos de contradicciones sociales; por eso tampoco pueden resolver con acierto el problema de la dictadura del proletariado.

2. La sociedad socialista abarca un período histórico muy largo. En esta sociedad aún existen clases, la lucha de clases y la lucha entre el camino del socialismo y el del capitalismo. La revolución socialista realizada sólo en el frente económico (en la propiedad sobre los medios de producción) no es suficiente ni sólida. Hace falta además una revolución socialista completa en los frentes político e ideológico. Es necesario un período muy largo para resolver el problema de “quién vencerá a quién”: el socialismo o el capitalismo en los frentes político e ideológico. Para conseguir el éxito no bastan unos decenios, se necesitarán de cien a centenares de años. En cuanto al tiempo, más vale prepararse para un período mayor que uno menor; en cuanto al trabajo, más vale considerar preferentemente la tarea como difícil que como fácil. Pensar y actuar de esta manera es más provechoso y menos perjudicial. Si esta situación no se comprende bien, o, si no se comprende en absoluto, puede llegarse al más grave de los errores. Durante la etapa histórica del socialismo hay que mantener la dictadura del proletariado y llevar hasta el fin la revolución socialista, y sólo así se podrá prevenir la restauración del capitalismo, realizar la construcción socialista y preparar las condiciones para el paso al comunismo.

3. La dictadura del proletariado está dirigida por la clase obrera y basada en la alianza de los obreros y los campesinos. Significa que la clase obrera y el pueblo por ella dirigido ejercen la dictadura sobre las clases reaccionarias, los reaccionarios y los elementos que resisten a las transformaciones y a la construcción socialista. En el seno del pueblo se practica el centralismo democrático. Esta democracia nuestra es la democracia más amplia, una democracia que es imposible en ningún Estado burgués.

4. En la revolución y construcción socialista, es necesario seguir la línea de masas, movilizar con audacia a las masas y desplegar movimientos de masas en gran escala. La línea de masas: “de las masas, a las masas”, es la línea fundamental de nuestro Partido en todos sus trabajos. Es necesario tener firme confianza en la mayoría del pueblo, en primer lugar en la mayoría de las masas básicas -los obreros y campesinos. Es necesario saber consultar con las masas en el trabajo y no separarse de ellas jamás. El autoritarismo y la actitud del benefactor deben ser combatidos. La libre y franca exposición de opiniones y el amplio debate son una importante forma de lucha revolucionaria creada por nuestro pueblo en el curso de su larga lucha revolucionaria, una forma de lucha para resolver, apoyándose en las masas populares, las contradicciones en el seno del pueblo y las contradicciones entre nosotros y el enemigo.

5. Tanto en la revolución socialista como en la construcción socialista, es necesario resolver el problema de en quién apoyarse, a quién ganarse y contra quién luchar. El proletariado y su vanguardia deben hacer un análisis de las clases de la sociedad socialista, apoyarse en las fuerzas dignas de toda confianza que siguen con firmeza el camino socialista, ganarse a todos los aliados que son susceptibles de ser ganados, y unirse con las masas populares que forman más del 95 por ciento de la población en la lucha común contra los enemigos del socialismo. En el campo, después de la colectivización de la agricultura, sólo apoyándose en los campesinos pobres y la capa inferior de los campesinos medios, se puede consolidar la dictadura del proletariado y la alianza de los obreros y los campesinos, derrotar a las fuerzas capitalistas espontáneas y consolidar y ampliar sin cesar las posiciones del socialismo.

6. Hay que llevar a cabo extensa y repetidamente la campaña de educación socialista en la ciudad y en el campo. En esta campaña de educar continuamente al hombre, se debe saber organizar las fuerzas de clase revolucionarias, elevar su conciencia de clase, resolver de manera acertada las contradicciones en el seno del pueblo, y unirse a todos aquellos que sean susceptibles de ser unidos. En esta campaña, se debe desplegar una aguda lucha, respondiendo medida por medida, contra las fuerzas capitalistas y feudales hostiles al socialismo, contra los terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios y derechistas burgueses, y contra los malversadores, desfalcadores y elementos degenerados, hacer fracasar sus ataques al socialismo y transformar la mayoría de ellos en nuevas gentes.

7. Una de las tareas fundamentales de la dictadura del proletariado consiste en desarrollar tesoneramente la economía socialista. Guiados por la política general de desarrollar la economía nacional con la agricultura como base y la industria como factor dirigente, debemos modernizar gradualmente la industria, agricultura, ciencia, técnica y defensa nacional. Y sobre la base del desarrollo de la producción debemos mejorar en forma gradual y extensiva la vida de las masas populares.

8. La propiedad de todo el pueblo y la propiedad colectiva son dos formas de la economía socialista. El paso de la propiedad colectiva a la de todo el pueblo, el paso de las dos formas de propiedad a la propiedad única de todo el pueblo, es un proceso de desarrollo bastante largo. La propiedad colectiva de por sí también tiene un proceso de desarrollo: de lo inferior a lo superior y de lo pequeño a lo grande. La comuna popular, creada por el pueblo chino, es una forma de organización apropiada para resolver el problema de la transición.

9. La política de “que cien flores se abran; que compitan cien escuelas ideológicas” es una política que estimula el progreso del arte y de la ciencia y el florecimiento de la cultura socialista. La enseñanza debe servir a la política del proletariado, debe combinarse con el trabajo productivo. Los trabajadores deben adquirir conocimientos científicos, y los intelectuales, incorporarse al trabajo manual. En los círculos científicos, culturales, artísticos y educacionales, la lucha por promover la ideología proletaria y destruir la ideología burguesa, es también una larga y áspera lucha de clases. Debemos formar un amplio ejército de intelectuales de la clase obrera que sirvan al socialismo y que sean “rojos y calificados”, es decir, políticamente conscientes y profesionalmente idóneos, en el curso de la revolución cultural y la práctica revolucionaria de la lucha de clases, la lucha por la producción y el experimento científico.

10. Hay que atenerse firmemente al sistema de la participación de los cuadros en el trabajo productivo colectivo. Los cuadros de nuestro Partido y Estado son trabajadores comunes y no señores que cabalgan sobre el pueblo. Participando en el trabajo productivo colectivo, los cuadros mantienen los vínculos más amplios, constantes y estrechos con el pueblo trabajador. Esta es una gran medida de importancia fundamental del sistema socialista y contribuye a superar el burocratismo y a prevenir el revisionismo y el dogmatismo.

11. No se debe aplicar en modo alguno el sistema de altas remuneraciones respecto a un pequeño número de personas. Hay que disminuir razonable y gradualmente, en lugar de ampliar, la distancia entre los ingresos individuales de los funcionarios del Partido, Estado, empresas y comunas populares y los de las masas populares. Hay que evitar que los funcionarios disfruten de privilegios abusando de su poder.

12. Las fuerzas armadas populares de un país socialista deben estar siempre bajo la dirección del partido proletario y bajo la supervisión de las masas populares, y mantener eternamente la gloriosa tradición del ejército popular, la unidad entre el ejército y el pueblo, y la unidad entre oficiales y soldados. Deben atenerse con firmeza al sistema de que todo oficial servirá como soldado raso a intervalos regulares. Deben practicar la democracia en lo militar, lo político y lo económico. Al mismo tiempo se debe organizar y entrenar ampliamente las milicias y aplicar el sistema de tener armado al pueblo en su conjunto. El fusil debe estar siempre en manos del Partido y del pueblo y es absolutamente inadmisible que se convierta en instrumento de individuos ambiciosos.

13. Los órganos de segundad pública del pueblo deben estar siempre bajo la dirección del partido proletario y bajo la supervisión de las masas populares. En la lucha por "la defensa de los frutos del socialismo y los intereses del pueblo, se debe adoptar la política de apoyarse en los esfuerzos combinados de los órganos de seguridad y de las amplias masas populares para así no dejar escaparse a un solo elemento malo ni agraviar a ningún hombre bueno. Los contrarrevolucionarios deben ser reprimidos siempre que se les encuentre y los errores deben ser corregidos siempre que se descubran.

14. En cuanto a la política exterior, hay que atenerse con toda firmeza al internacionalismo proletario y oponerse al chovinismo de gran potencia y al egoísmo nacional. El campo socialista es producto de la lucha del proletariado internacional y de los pueblos trabajadores. El campo socialista pertenece no sólo a los pueblos de los países socialistas, sino también al proletariado internacional y a los pueblos trabajadores. Hay que llevar realmente a la práctica las consignas combativas: “¡Proletarios de todos los países, uníos!” y “¡Proletarios y naciones oprimidas de todo el mundo, uníos!”; luchar con resolución contra la política anticomunista, antipopular y contrarrevolucionaria del imperialismo y la reacción mundial y apoyar y ayudar a la lucha revolucionaria de las clases y naciones oprimidas del mundo entero. Las relaciones entre los países socialistas deben basarse en los principios de la independencia y la completa igualdad y en los principios del apoyo recíproco y la ayuda mutua dentro del espíritu del internacionalismo proletario. En la construcción, todo país socialista debe apoyarse principalmente en sus propios esfuerzos. Si un país socialista da rienda suelta al egoísmo nacional en su política exterior e incluso trabaja afanosamente por coludirse con el imperialismo para repartirse con él el mundo, ese país degenera y traiciona el internacionalismo proletario.

15. Como vanguardia del proletariado, el partido comunista debe existir a la par que la dictadura del proletariado. El partido comunista es la forma más alta de organización del proletariado. El papel dirigente del proletariado se realiza a través de la dirección del partido comunista. En todo centro de trabajo se debe aplicar el sistema de la dirección del comité del Partido. Durante el período de la dictadura del proletariado, el partido proletario debe mantener y desarrollar vínculos estrechos con el proletariado y las grandes masas trabajadoras, conservar y fomentar su vigoroso estilo revolucionario, atenerse con firmeza al principio de combinar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de su propio país y perseverar en la lucha contra el revisionismo, el dogmatismo y el oportunismo de todos colores.

En virtud de las lecciones históricas de la dictadura del proletariado, el camarada Mao Tse-tung señala:

“La lucha de clases, la lucha por la producción y el experimento científico son tres grandes movimientos revolucionarios para construir un poderoso país socialista. Estos movimientos constituyen una real garantía de que los comunistas se verán libres del burocratismo y serán inmunes contra el revisionismo y el dogmatismo, y permanecerán siempre invencibles. Son una garantía segura de que el proletariado será capaz de unirse con las amplias masas trabajadoras y practicar una dictadura democrática. Si, en ausencia de estos movimientos, estuviese permitido que surgiesen los terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios, elementos malos y ogros de toda clase, mientras nuestros cuadros cerrasen los ojos a todo esto y en muchos casos incluso no distinguieran entre los enemigos y nosotros, sino que colaboraran con ellos y quedaran corrompidos y desmoralizados; si con ello nuestros cuadros fueran arrastrados al campo enemigo o el enemigo lograra colarse en nuestras filas, y si muchos de nuestros obreros, campesinos e intelectuales fueran dejados indefensos ante las tácticas blandas y las tácticas duras del enemigo, entonces no haría falta mucho tiempo, tal vez sólo algunos años o una década, o varias décadas a lo sumo, para que ocurriera inevitablemente una restauración contrarrevolucionaria en escala nacional, el partido marxista-leninista se transformará en partido revisionista o partido fascista, y toda China cambiara de color.”2

El camarada Mao Tse-tung plantea que, para asegurar que nuestro Partido y nuestro país no cambien de color, debemos no sólo tener una línea y política correctas, sino también preparar y forjar decenas de millones de continuadores de la causa revolucionaria del proletariado.

El problema de preparar continuadores de la causa revolucionaria del proletariado, en el fondo, se trata de si la causa revolucionaria marxista-leninista iniciada por los revolucionarios proletarios de la vieja generación tiene quien la siga llevando adelante, si la dirección de nuestro Partido y Estado seguirá en manos de los revolucionarios proletarios, si nuestros descendientes continuarán marchando adelante por el correcto camino trazado por el marxismo-leninismo, o sea, si podemos precavernos con éxito contra una repetición del revisionismo de Jruschov en China. En una palabra, se trata de un problema importantísimo que afecta al destino y a la misma existencia de nuestro Partido y nuestro Estado. Se trata de un problema de importancia fundamental para la causa revolucionaria de proletariado para cien, mil e incluso diez mil años. Inspirados en los cambios operados en la Unión Soviética, los augures imperialistas ponen su esperanza de la “evolución pacífica” en la tercera o cuarta generación del Partido chino. Hemos de hacer fracasar completamente este vaticinio imperialista. Tenemos que prestar atención, de arriba abajo, amplia y constantemente, al problema de preparar y forjar continuadores de la causa revolucionaria.

¿Qué requisitos tienen que poseer los continuadores de la causa revolucionaria del proletariado?

Deben ser verdaderos marxistas-leninistas y, no ser, como Jruschov, revisionistas bajo el rótulo del marxismo-leninismo.

Deben ser revolucionarios que sirven de todo corazón a la inmensa mayoría de las masas populares de China y del mundo y, no servir, como Jruschov, a los intereses de una exigua capa social burguesa privilegiada en el país, y a los intereses de los imperialistas y reaccionarios en el terreno internacional.

Deben ser políticos proletarios capaces de unirse a la inmensa mayoría para trabajar con ella. Deben saber unirse en el trabajo no sólo con los que compartan sus opiniones, sino también con los que mantengan opiniones diferentes, así como con aquellos que se hayan opuesto a ellos y que la práctica les haya probado sus errores. Sin embargo, deben mantener especial vigilancia contra los individuos ambiciosos y conspiradores como Jruschov y evitar que tales malvados usurpen la dirección del Partido y del Estado a ningún nivel.

Deben ser ejemplares en la aplicación del centralismo democrático del Partido, dominar el método de dirección basada en el principio de “de las masas, a las masas”, cultivar un estilo democrático de trabajo y escuchar la opinión de las masas. No deben violar el centralismo democrático del Partido, ni ser despóticos, ni organizar ataques sorpresivos a los camaradas, ni desentenderse de razones, ni tampoco practicar la autocracia, como lo hace Jruschov.

Deben ser modestos y prudentes, guardarse de la arrogancia y de la precipitación, estar provistos del espíritu autocrítico, ser valientes en corregir las deficiencias y errores en el trabajo. No deben en absoluto ocultar sus errores, atribuirse todos los méritos a sí mismos e imputar todas las culpas a otros, como lo hace Jruschov.

Los continuadores de la causa revolucionaria del proletariado nacen de la lucha de masas y crecen en la prueba de las grandes tempestades revolucionarias. Se debe comprobar y discernir a los cuadros y seleccionar y formar a los continuadores en el largo curso de la lucha de masas.

Toda esta serie de antedichos principios formulados por el camarada Mao Tse-tung constituye un desarrollo creador del marxismo-leninismo, y una nueva arma agregada al arsenal teórico del marxismo-leninismo, una nueva arma que tiene importancia decisiva para garantizarnos contra la restauración del capitalismo. Siguiendo estos principios, se puede consolidar la dictadura del proletariado, asegurar que nuestro Partido y Estado jamás cambien de color, y garantizar el feliz cumplimiento de la revolución y construcción socialistas, la ayuda al movimiento revolucionario de los diversos pueblos del mundo para derribar al imperialismo y sus lacayos y, en el futuro, la transición del socialismo al comunismo.

* * *

La actitud de nosotros, los marxistas-leninistas, ante la aparición de la camarilla revisionista de Jruschov en la Unión Soviética, es la misma que ante cualquier “desorden”: Primero, estamos en contra; segundo, no lo tememos.

No lo deseábamos y estamos en su contra; pero, como la camarilla revisionista de Jruschov ha surgido ya, esto no tiene nada de temible ni hay necesidad de alarmarse. La Tierra seguirá girando como siempre. La historia continuará su marcha progresiva. Los pueblos del mundo entero harán la revolución. El imperialismo y sus lacayos terminarán inevitablemente aniquilados.

Las contribuciones históricas del gran pueblo soviético resplandecerán por miles y miles de años, y no serán oscurecidas en modo alguno por la traición de la camarilla revisionista de Jruschov. Las grandes masas de obreros, campesinos, intelectuales revolucionarios y comunistas de la Unión Soviética vencerán indefectiblemente todos los obstáculos que encuentren en su camino de avance y marcharán hacia el comunismo.

El pueblo soviético, los pueblos de los países socialistas y los pueblos revolucionarios del mundo entero, sacarán lecciones provechosas de la traición de la camarilla revisionista de Jruschov. En la lucha contra el revisionismo de Jruschov, el movimiento comunista internacional, se ha vuelto y seguirá volviéndose más poderoso que nunca.

Los marxistas-leninistas siempre han mantenido una actitud de optimismo revolucionario hacia el porvenir de la causa revolucionaria del proletariado. Estamos firmemente convencidos de que el esplendor de la dictadura del proletariado, del socialismo y del marxismo-leninismo, iluminará la tierra soviética. El proletariado conquistará todo el mundo y el comunismo logrará la completa y cabal victoria final en nuestro planeta.

1/ Lenin, “Una gran iniciativa”, Obras Completas, t. XXIX.
2/ Mao Tse-tung, Comentario sobre “Siete buenos documentos de la provincia de Chechiang acerca de la participación de los cuadros en el trabajo manual”, 9 de mayo de 1963.

Publicado por Odio de Clase